sábado, 26 de septiembre de 2009

Chesil Beach


Una tarde pasé por Metales Pesados - para mí la mejor librería de Santiago - para comprar la última novela de Ian McEwan, "Chesil Beach" (2008), cuando para mi sorpresa Sergio Parra - uno de sus dueños - me obsequia una entrada para la conferencia que McEwan daría en la Universidad Católica. Mi plan - como el de muchos - era asistir con esa novela bajo el brazo para volver triunfante con su autógrafo, pero el sistema "literalmente" jugó en mi contra y estando a pasos del evento, no pude asistir.

La extraordinaria "Chesil Beach" es una novela que se devora de un tirón porque su intensidad no baja nunca y nos mantiene cautivados en cada página. A principios de los '60, Florence y Edward, una pareja de recién casados, va a pasar su noche de bodas a un hotel de Chesil Beach. Ambos son inexpertos en las artes del sexo y temen que cualquier estupidez eche por tierra esa mágica noche. Con cada hora que pasa, las expectativas de Edward crecen mientras que a Florence la embriaga un terrible sentimiento. Cuidando cada detalle, gesto y movimiento, la joven pareja intenta materializar el trascendental acto y a punta de ensayo y error, algo ocurre que hace que el momento no llegue nunca: lo que para él es el placer, para ella es la tortura.

"Ella se incorporó sobre un codo para verle mejor la cara y los dos sostuvieron la mirada del otro. Era todavía para ellos una experiencia nueva y vertiginosa, mirar durante un minuto seguido a los ojos del otro adulto sin contención ni vergüenza. El pensaba que era lo más cerca que habían estado de hacer el amor. Ella le sacó de la boca la brizna de hierba"

Pasiones que chocan y que no logran volverse carne. Como una novela de Murakami sin sexo. Florence y Edward, el ansia y la repulsión, el deseo y la frugalidad, el impulso y la retención, el hambre y la inapetencia. Todo y nada a la vez. Una paciencia que desespera y duele ante tamaño desastre: esa palabra que a Florence la devolvió a la inmunda escena en el dormitorio, la tibia sustancia que se secaba en su piel hasta formar una costra crujiente.

Un descubrimiento inesperado en la noche más inmensa. Las olas de una playa que revientan con cada estocada. Un fraude que se revela sin monedas, pero que en cada detalle grita. "No pienses en temas, piensa en detalles" dice McEwan en una entrevista siguiendo un consejo de Nabokov. Autor de otras obras como "Amsterdam" (1998), "Expiación" (2001) - la cual fue llevada magistralmente al cine en 2007 por Joe Wright, director de otra grande: Orgullo y Prejuicio - y "Sábado" (2006), McEwan acaba de anunciar la adaptación de "Chesil Beach" al cine bajo las cámaras de Sam Mendes ("American Beauty", "Revolutionary Road"). La novela - tal como el cine - es el mejor espejo para mirarnos.

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