sábado, 24 de abril de 2010

Sonidos electrónicos de otoño

Cuando llega el otoño y el atardecer inunda más temprano a la ciudad, acostarse con la compañía de buenos discos se torna un placer impagable. Escarbando entre mis discos, encontré los compañeros perfectos de esta fría tarde: Recoil y Lamb.

Recoil es el proyecto personal del ex baterista de Depeche Mode Alan Wilder, quien mucho antes de abandonar la banda, había comenzado a experimentar desde 1986. Los sonidos de Recoil parecen producto de las influencias que Wilder recibió de compañeros de sello más experimentales como Throbbing Gristle y Cabaret Voltaire y que luego de su retirada de Depeche Mode - en 1996 - decide expandir con la salida del álbum Unsound Methods (1997).

Unsound Methods comienza con las sucias atmósferas de "Incubus", un tema digno para un thriller, seguido del flamante y embriagador "Drifting" - primer single del disco, que por allá en 1997 recuerdo lo emitía el programa Nación Alternativa de MTV -, hasta llegar a la inquetante "Luscious Apparatus". Siempre bajo las oscuras influencias del industrial - se nota por ejemplo el embrujo de bandas como Nitzer Ebb, en la cual Wilder mantiene amistad con su vocalista Douglas McCarthy -, el álbum sigue con la potente "Stalker", quizás su homenaje al surrealista film de Andrei Tarkovski. En "Red River Cargo" parece que estamos ante el lado B de un tema del Songs Of Faith And Devotion de los Depeche Mode, no solo por la voz de Hildia Campbell - presente en la gira Devotional Tour -, sino porque los sonidos y los aires gospell hacen inevitable las conexiones. "Missing Piece" para la secuela perfecta de "Drifting" y el comienzo de la estupenda "Last Breath" parece la profesía del "Teardrop" de Massive Attack, que saldría en 1998 en el álbum Mezzanine. El final de Unsound Methods con el tema "Shunt" es quizás lo más limpio y accesible del disco, a través de samples y teclados con suaves ecos al sonido del Ultra de los Depeche Mode.


Por los mismos caminos de Recoil, pero en veredas distintas, se encuentra Lamb, proyecto nacido en Manchester en 1996 y formado por el productor Andy Barlow y la magnética voz de Louise Rhodes. Con 4 álbumes de estudio, su sonido está inundado de drum'n'bass, breakbeat y algo del trip hop de Bristol, pero es sin duda la fusión de la voz de Rhodes con las artilugios electrónicos lo que los vuelve adictivos.

Best Keept Secrets es un recopilatorio salido en 2004 que contiene los mejores singles de Lamb y comienza con la áspera "Cotton Wool", seguida de la melódica "God Bless". El tercer corte, "Gold" es sin duda una de sus mejores obras, con un suave drum'n' bass que se confunde entre las secuencias de pegajoso teclado que se magnifica con la llegada de la tremenda "Gorecki" - el tema por el cual los conocí por allá en 1998 - donde la voz de Rhodes se luce con un comienzo fascinante y se sumerge luego en atmósferas oníricas. "Bonfire" es una pieza que se esconde entre sutiles violines y "Heaven" es la más tímida del disco. Lo mejor está en "Gabriel", un tema que brota en terrenos fronterizos al trip hop y "Angelica" es una exquisita pieza instrumental donde el piano es el protagonista. En "Wonder", quizás la más melódica del disco, la voz de Rhodes me recuerda a la Geike Arnaert, la dulce vocalista de Hooverphonic. El álbum termina con "Stranger" un seductor tema de poco más de tres minutos que evoca atardeceres nórdicos, pero que parecen estar muy cerca de aquí.

domingo, 11 de abril de 2010

El Secreto de sus Ojos

"El Secreto de sus Ojos" (2009) del argentino Juan José Campanella, protoganizada por Ricardo Darín - a estas alturas un embajador del cine argentino - y Soledad Villamil, entre otros, es un film que narra las circuntancias que acompañan la investigación de un hecho policial ocurrido en el pasado, para el cual, Benjamin Esposito (Darín), una vez retirado del sistema judicial, decide contar en una novela. Ello lo trae de vuelta a los lugares donde la historia sucedió - y en donde luego nos damos cuenta que aún transcurre - , y de paso, encontrar los fantasmas del pasado. Este estupendo trhiller no es sino un conjunto de extraordinarias historias de pasión, un film que lo tiene todo. Pasiones que chocan o que escapan, que se encuentran con el bien o tropiezan con el mal. Pasiones que se disfrazan y que arrojan al suelo sus máscaras en los momento más inesperados.

Una mujer es violada y asesinada, y Esposito está a cargo de la investigación. Pronto, hay algo que no cuadra y que impide seguir con el caso, por lo que Esposito acompañado de su fiel y alcohólico asistente Sandoval (Guillermo Francella) decide llevar la investigación por su cuenta. Una viejas fotos son la clave para descubrir al homicida, pues un hombre aparece en muchas de ellas observando a la mujer con una mirada que refleja sus deseos. Sandoval, en un momento de lucidez, arroja una extraordinaria teoría para encontrar al culpable: "puede cambiarse de casa, de ciudad, puede cambiarse de todo,... pero hay una cosa que no puede cambiar, no puede cambiar de pasión". Es así que el fútbol - otra de sus pasiones - conspira contra el homicida y la policía logra detenerlo en medio de un partido.


En medio de todo, Esposito poco a poco se va enamorando de Irene (Villamil) , pero como ella ya esta comprometida piensa que es inalcanzable. Lo que él no sabe y que nosotros si sabemos es que ella siente lo mismo por él pero dadas las circunstancias también renuncia a las pasiones. En un momento, por seguridad él tiene que abandonar la ciudad por un tiempo - que se transforma en 25 años hasta el presente - y ella va a despedirlo a la estación de tren. En esa despedida - que me recordó el gran final de Casablanca - ambos desean un beso, pero la estupidez gana. Hay un roce entre labios que arde pero que no explota. Caricias que mueren antes de nacer. Miradas que penetran. Cuerpos que huyen antes de lo inevitable.

En el "Secreto de sus Ojos" coinciden todas las pasiones humanas, por un lado bellas e intensas, y por otro, patológicas y oscuras. Ahí están, a la vista, un hombre y una mujer cuyas razones se entrometen en las cuestiones del corazón e impiden que su pasión fluya; otro para el cual las heridas siguen sangrando aún cuando todo terminó y finalmente - y la más desgarradora -, un hombre en donde la pasión se volvió obsesión y aniquiló su alma.