
martes, 28 de diciembre de 2010
Cuando los días son grises

domingo, 7 de noviembre de 2010
Cuando surgen las canciones.
En los momentos en que deseamos escapar de la rutina. Cuando sin explicación nos invade el miedo entre el caos de la ciudad. Cuando algo cambia y no sabemos porqué nos afecta. Cuando la brisa de otoño deja de golpearnos en la cara. Cuando las palabras sobran ante una inmensa y triste mirada. Cuando llueve como ahora y los recuerdos no paran de caer. Es ahí, justo ahí, cuando surgen las canciones.
jueves, 4 de noviembre de 2010
Recoil: la revelación de los sentidos.

El set list - que forma parte de su último álbum de remezclas titulado Selected - nos sorprendió por su perfección el cual acompañado de una película con una impresionante y seductora fotografía comenzó con un mix de "Prey" seguido de "Want" - original del album Liquid - y "Shape The Future", llegando a una versión dub de la exitante "Drifting", sin duda uno de los mas grandiosos momentos de la noche. El cóctel seguió con temas como "Allelujah" - muy noise - y "Uranokemia" hasta que Wilder nos deleita con una versión - por momentos calcada a la original - del "Never Let Me Down Again" de los Depeche Mode. A esas alturas el éxtasis era total y la simbiosis entre Kendall y Wilder era perfecta: mientras el primero se mantenía concentrado en lo suyo - el loco de las perillas ensuciaba las pistas a punta de noise, drones y efectos de reverberación - el segundo se mostraba siempre relajado, cercano, en constante feedback con el público.
La Blondie continuó inundada de beats y bajos con "Shunt", "Speedy Groove" y un envolvente mix de la extraordinaria "Stalker" - original del Unsound Methods -. Pasados los 75 minutos, Wilder y Kendall se despiden bajo la euforia de los - calculo - 500 fans que asistimos al show pero pasados un par de minutos las luces se vuelven a apagar y nos regalan un bis de antología con un sample del "Walking In My Shoes" de los Depeche Mode remezclado con "Jezebel" de Recoil y al final - y cuando ya todo era demasiado - suena un remix del Personal Jesus con un Wilder animándonos - a lo Dave Gaham - a seguir el clásico coro.
Que importa que el show se haya demorado más de una hora en partir. Con la experiencia que nos brindó Wilder está mil y una veces perdonado. Porque cuando su sonido nos envuelve y hace que todo lo demás desaparezca no hay ninguna emoción que compita con ello. Esto no es electrónica para el mainstream, sino la revelación de los sentidos como expresión del arte. En las mismas palabras de Wilder: una noche fantástica.
viernes, 29 de octubre de 2010
Tan lejos, tan cerca.

Como los ángeles caídos del extraordinario film "Tan lejos, tan cerca" (1993) de Wim Wenders, Arthur Dane recorre las calles de Berlín, en medio de la luz gris en busca de lo que los otros no ven. Vagando por la Flakplatz, la Schwedter Strasse o el Gleimtunnel, el hombre de las imagenes sigue los postulados de Camus "averiguo muchas más cosas observando las colinas onduladas" y a través de la música de John Cage disfruta de sus silencios porque la música que estira el tiempo también estira el espacio de la imagen.
"Cuando los cuerpos en esa habitación hubieran olvidado a sus personas...pocas lágrimas, una cicatriz que brillaba, un cuerpo aovillado como si quisiera empezar ahora a dormir para siempre...cuando la luz gris berlinesa se deslizara en el interior por la ventana sin cortinas, cuando registrara el silencio..."
lunes, 27 de septiembre de 2010
Ecuación perfecta en sonidos electrónicos

A diferencia del Entroducing...en el Colours (1996) de Adam F. las revoluciones suben ya que aún cuando está lleno de matices es el drums 'n' bass el protagonista y comienza con "Intro" seguida de "73", ambas claramente inspiradas en la Blaxploitation. Con el tercer corte "Metropolis", el drum 'n' bass hace su presentación de forma muy árida, pero en "Music in My Mind" - una de las mejores del disco - la percusión se hace mas amigable acompañada de una voz sintetizada. El comienzo de "Jaxx" nos recuerda el "Inner City" de Goldie - quizas porque él mismo participa en el disco - pero al poco andar se desmarca y al llegar a la septima pista es Tracey Thorn quien pone su voz en la melódica y deliciosa "The Tree Knows Everything", canción que encajaría perfecta en el Walking Wounded de los Everything But The Girl. El disco avanza con el single "Circles", un limpio ejercicio de estilo que constrasta con la áspera y sucia "Dirty Harry" remezclada por Grooverider y luego con "F Jam" - otra de las cumbres del disco - el giro es radical a un sutil y jazzy drum 'n' bass rapeado magistralmente por Mc Conrad. "Aromatherapy" es una clásica y seductora pieza de acid jazz y hacia el final - terminando con la participación de notables representantes de la escena drum 'n' bass - es Roni Size quien remezcla "Circles", estampando su inconfundible estilo.
Paisajes sonoros llenos de magia. Deliciosas atmósferas que retornan de un pasado del cual no somos parte, pero que sentimos nuestro. Sonidos negroides, urbanos, que nacen cuando el sol se esconde y reencarnan el espíritu de la vieja escuela. Como alguien dijo por ahí: toda la electrónica viene de los 60's y los 70's, es sólo cuestión de encontrar la ecuación perfecta. Esa ecuación señores, yo la encontré en estos dos grandiosos discos.
martes, 7 de septiembre de 2010
La explosión de Jon Spencer

Con Now I Got Worry vino el descubrimiento de su anterior disco Orange (1994) con temazos como "Bellbottoms", pero fue con el posterior Acme (1998) y su single "Talk about the Blues" que la fusión del rock de Jon Spencer con el scratching de Dan The Automator - sumado a las imágenes de su genial video con Winona Rider - me hacían comprender que antes de ello lo que había escuchado de Jon Spencer sólo era un aperitivo. Ese híbrido, que era todo y nada a la vez, me mostraba al verdadero animal del rock. Las posibilidades desde entonces eran infinitas.
Después de dos álbumes discretos, Plastic Flag (2002) y Damage (2004), Jon Spencer arma un dúo con Matt Verta-Ray bajo el nombre de Heavy Trash. Si con la Blues Explosion era el maestro de ceremonias, con Heavy Trash es la reencarnación natural de los antiguos rockers, el espíritu de la vieja escuela. La alucinante experiencia en vivo con esta última banda no hace más que convencerme que Elvis está vivo y encarnado en el alma de Jon Spencer.
martes, 24 de agosto de 2010
Esos libros que no he terminado de leer.

jueves, 29 de julio de 2010
Eterna juventud sónica

"The Eternal" es el deseo y la ansiedad del ruido de cuerdas que lloran hasta desangrar. Es la energía de una flecha que está siempre de paso y el ácido ingrediente de un caldo de canciones ansiosas de electricidad. Noise que brota desde las almas de aquellos que, como yo, nunca envejecerán. Un disco como este es el triunfo de las guitarras, de la vida, de la eterna juventud.
domingo, 11 de julio de 2010
Postales de Invierno

lunes, 28 de junio de 2010
La noche, el frío y las canciones de Mark Lanegan
jueves, 17 de junio de 2010
Space Oddity

domingo, 6 de junio de 2010
Bill Callahan: el hombre y la pasión americana

El disco comienza con el austero y emotivo "Jim Cain", donde Callahan se encarna en el escritor James M. Cain para decir "solía ser oscuro y me volví luminoso, y ahora soy oscuro otra vez" seguido de un rítmico y ansioso piano cuasi honky tonk de "Eid Ma Clack Shaw" donde canta “el amor es el rey de las bestias, y cuando tiene hambre debe matar para comer”. El tercer corte del disco "The Wind And The Dove" confunde con sus aires orientales y "Rococo Zephyr" y más aún en la emocionante "Too Many Birds" retorna en pleno a las tranquilas y transparentes aguas de su etapa como Smog.
A la mitad del álbum aparece "My Friend", la más grandiosa de las piezas del disco y luego en la épica "All Thoughts are Prey To Some Beast" Callahan rompe la tranquilidad del repertorio con una intensa guitarra y una percusión retumbante. Mas adelante, los efectos en la instrumental "Invocation Of Ratiocination" logran su cometido y nos transportan a una sesión de espiritismo en el viejo New Orleans y finalmente con la fascinante "Faith/Void", el cowboy radicado en Austin repite a lo largo de la canción "es hora de guardar a Dios" confesándose agnóstico al agregar "es el final de la fe / no debo esforzarme más en encontrar paz en una mentira...".
Sin duda, con Sometimes I Wish We Were An Eagle Bill Callahan a recuperado la calma después del experimento de su anterior Woke On A Whaleheart (2007). Arreglos de vientos y cuerdas, letras melancólicas, influencias literarias y momentos luminosos, todo eso hay en este último viaje al sur de las canciones de Bill Callahan: el hombre y la pasión americana.
domingo, 16 de mayo de 2010
Angeles Derrotados
La prosa de Johnson destila una crudeza sorprendente que en muchas ocaciones se esconde bajo una bella poesía. Cada página de la novela se consume tan rápido como van ocurriendo los acontecimientos - narrados con destreza - a nuestros miserables protagonistas, Jamie y Bill, dos seres que tienen como ningún otro sus pies atados a la tierra, día tras día en medio de la terrible espesura de la ciudad. Chicago o Pittsburgh, no importa, porque para ellos es lo mismo, no hay sueños, sólo el momento: "no necesitaba ni mapa ni reloj para saber que se hallaba de nuevo en el peor momento, en el sitio menos indicado". De pronto, sin saber cómo ni donde, ambos se separan y caen irremediablemente a un abismo.
Después de su amargo paso por los más oscuros rincones de Chicago, Jamie y Bill se reencuentran. Corazones devastados, ángeles en decadencia, como aquel ángel que cae en desgracia al bajar a la tierra interpretado por Bruno Ganz en el film "Tal Lejos, Tan Cerca" de Win Wenders. Para ambos, el mundo se convierte en una droga silenciosa que los hiere y los golpea con su falsa risa. Como si se tratase de una canción de Dakota Suite, en "Angeles Derrotados" el dolor y la tristeza están presentes todo el tiempo.
Si una apocalíptica novela como "La Carretera" de Cormac McCarthy deja al menos algún grado de esperanza, aquí no hay luz al final del túnel porque para nuestros antihéroes la suerte ya está echada. Estando en Phoenix con Jamie en casa de su familia, Bill junto a sus hermanos planifican un robo a un banco en un arrebato por encontrar la libertad. Todo sale mal, muy mal. Ambos, a su manera, quedan condenados.
Como cuando llega esa fuerte brisa de otoño que arranca las hojas de los árboles y anuncia la lluvia antes de caer, al llegar a las últimas páginas, y a diferencia de cualquier otra novela, uno desea como nunca antes que el final no llegue, porque línea a línea se va asomando el terrible desenlace: "Se sumió en la oscuridad entre un latido y otro, y allí descansó. Y entonces se dio cuenta de que el siguiente no vendría. Ya está. Es el último. Miró hacia la oscuridad. Me gustaría aprovechar esta oportunidad pensó, para rogar por otro ser humano."
domingo, 2 de mayo de 2010
Tarantino, el hijo bastardo del cine.


sábado, 24 de abril de 2010
Sonidos electrónicos de otoño

Best Keept Secrets es un recopilatorio salido en 2004 que contiene los mejores singles de Lamb y comienza con la áspera "Cotton Wool", seguida de la melódica "God Bless". El tercer corte, "Gold" es sin duda una de sus mejores obras, con un suave drum'n' bass que se confunde entre las secuencias de pegajoso teclado que se magnifica con la llegada de la tremenda "Gorecki" - el tema por el cual los conocí por allá en 1998 - donde la voz de Rhodes se luce con un comienzo fascinante y se sumerge luego en atmósferas oníricas. "Bonfire" es una pieza que se esconde entre sutiles violines y "Heaven" es la más tímida del disco. Lo mejor está en "Gabriel", un tema que brota en terrenos fronterizos al trip hop y "Angelica" es una exquisita pieza instrumental donde el piano es el protagonista. En "Wonder", quizás la más melódica del disco, la voz de Rhodes me recuerda a la Geike Arnaert, la dulce vocalista de Hooverphonic. El álbum termina con "Stranger" un seductor tema de poco más de tres minutos que evoca atardeceres nórdicos, pero que parecen estar muy cerca de aquí.
domingo, 11 de abril de 2010
El Secreto de sus Ojos


miércoles, 24 de marzo de 2010
Tucson, Arizona

viernes, 5 de marzo de 2010
Vientos de la Norteamerica Profunda



domingo, 31 de enero de 2010
Into the Wild

Lo que el cine tiene que hacer es provocarnos y arrancarnos esos sentimientos que están guardados y que siempre cuesta encontrarlos. Porque el cine es arte no sólo por su belleza. Es arte porque en su esencia transporta un mensaje que debe ser decodificado. Así su gracia nunca está en el mensaje explícito, sino en lo implícito. Es lo que no se ve en pantalla, pero se siente. No soy fan del cine efectista, porque lo que busca no es la emoción, sino la complacencia fugaz. Lo que trasciende es el fondo, nunca la parafernalia con que se presenta. Dramas ganadores del Oscar como "El Paciente Inglés" (1996) o "Rescatando al Soldado Ryan" (1998) son claros ejemplos de un cine que sólo pretende emocionar con un mensaje fácil, digerible, lleno de grandes frases y momentos para el bronce.
"Into the Wild" (2007) de Sean Penn es una película de la cual había escuchado y leído en críticas, cuyo mensaje conocía - me imaginaba su ansia por el Oscar - y por lo tanto desconfiaba. Pero esta equivocado. Haciendo zapping en el cable me la encontré y decidí darle un oportunidad, descubriendo para mi sorpresa una película hermosa. Basada en el bestseller del mismo nombre, escrito por Jon Krakauer en 1996, se trata de una historia real, en la cual un joven llamado Christopher McCandless decide renunciar a la sociedad - cansado de la cultura de la tecnología y del consumo - y lanzarse a la vida salvaje. Antes de partir, dona todos sus ahorros y se deshace de sus documentos de identidad y seguro social. Como en una road movie, toma camino por la carretera norteamericana en un viejo auto que a poco andar debe abandonar. Así su travesía la sigue a pie haciendo auto stop, oportunidad con la cual se va armando de memorables amistades, a pesar de su propio discurso de que las relaciones humanas no valen y que la verdadera felicidad está en la soledad, alejado del sistema.
Para vivir en contacto con la naturaleza decide que su meta es Alaska y sigue el viaje armado de un rifle, algunos utensilios y un puñado de libros, su única pasión. Por suerte en ese lugar inhóspito encuentra un viejo bus abandonado, al que bautiza como el bus mágico. En medio de lo verdaderamente salvaje, cree sentirse pleno y feliz, cazando animales y devorando sus libros. Llegado el invierno con lo único que puede alimentarse son las plantas, así que sale a recolectarlas con la ayuda de un libro que lo guía a seleccionar aquellas que no son venenosas. Pero un día comete un error comiendo de una planta que no debía y moribundo, se da cuenta de ello demasiado tarde. Llora, pero no es dolor físico ni la conciencia de que morirá lo que lo provoca. Lo que duele es saber que no tendrá otra oportunidad, porque se da cuenta que se siempre estuvo equivocado. Alcanza a escribir en la página de uno de sus libros: la felicidad es real sólo cuando es compartida. Congelado en sus últimos momentos, recuerda a sus padres y a sus amistades y sueña con un reencuentro que sabe no ocurrirá. "¿Estarán viendo ellos, lo que yo veo ahora?" es su último suspiro al darse cuenta demasiado tarde que la esencia de nuestra humanidad está en las relaciones y que la vida sólo se trata de compartir con otros.
"Into the Wild" nos muestra lo que pasa cuando no pasa nada. Cuando estamos solos y el silencio grita y nos envuelve como a una presa. Nos dice que abandonar el sistema no significa abandonar el mundo. Que los lazos humanos nunca no se rompen, sino que se estiran o se comprimen como un resorte. Así lo que desgarra a nuestro protagonista no es el frío que lo congela, sino la ausencia y el dolor de saber que su versión del sueño americano no existe. Como aquella hermosa canción de Dead Can Dance llamada "American Dreaming": hemos estado demasiado tiempo viviendo el sueño americano / y creo que todos hemos perdido el camino.
viernes, 15 de enero de 2010
La Soledad de los Numeros Primos

El clímax en la historia llega cuando Mattia acepta una beca en el extranjero. "En aquel lugar lejano e ignoto estaba su futuro de matemático, había una promesa de salvación, un espacio incontaminado donde todo era aún posible. Mientras aquí no tenía más que a Alice, y el resto era desolación". La suerte estaba echada. La regla de los números primos se cumplía una vez más: dos corazones rotos, solitarios, como números que están muy cerca pero que nunca se tocan. Con el tiempo, mucha agua corre bajo el puente y las circuntancias juegan una vez más con ellos.
Giordano experimenta con esta novela esa soledad que a veces nos atrapa, que nos acoge y nos susurra al oído y que otras veces nos asusta porque no sabemos hasta cuando nos acompañará. Nos muestra los momentos cuando todo es silencio y contemplación. Cuando los sentimientos ahogan y no quieren explotar. Cuando la magia esta allí al lado y nos roza pero no la atrapamos.
"La Soledad de los Numeros Primos" no es un manifiesto a la soledad, sino más bien, a la belleza de las cosas que duelen y que nos convierten en lo que ahora somos.