domingo, 13 de diciembre de 2009

Hope Sandoval: hermosa condena.

Después de ocho años y cuando creíamos que no volveríamos a escuchar nada nuevo de la hipnótica voz de Hope Sandoval, aparece el flamante álbum Througth The Devil Softly. Segunda obra junto a The Warm Inventions, contiene una colección de canciones que parecen ya escuchadas o conservadas en frío en nuestras conciencias, pues mantienen la atmósfera de sus anteriores discos y eso, - y sólo en contadas excepciones como aquí - se agradece.

Las guitarras rasgadas de "Blanchard" comienzan el viaje al interior de Througth The Devil Softly, un mundo iluminadamente melancólico y bañado de sutileza, ese del cual estamos mal acostumbrados desde su primer álbum con Mazzy Star. La segunda parada está en la onírica "Wild Roses", seguida de la muy mazzy "For The Rest Of Your Life". Al llegar "Lady Jessica and Sam", su sonido comienza a embriagarnos en una fría noche alrededor de una fogata y "Sets the Blaze" nos envuelve en la espesura de un bosque habitado por duendes. Con "Thinking like that" estamos atrapados por violines en un dulce sueño y en "There`s a Willow" es la armónica el ingrediente principal del cóctel que termina turbándonos.

"Trouble" es sin duda la mejor canción del disco, una intensa pieza que brota en una madrugada de niebla entre pastisales húmedos y que no desvanece aún cuando sale el sol. En "Fall Aside" el disco muta en colores psicodélicos con toques a The Doors - los chamanes que visitaban a Jim Morrison también le quitan el sueño a nuestra chica - y en la estremecedora y sureña "Blue Bird" es su alma quien nos susurra al oído. Las olas de una playa se escuchan al comienzo y al final de "Satellite", canción que concluye el viaje por los terrenos del disco.

Througth The Devil Softly es el mismo embrujo, la misma estocada en el mismo vientre. Si, porque con cada disco de Hope Sandoval pasa lo mismo que con Radiohead: no queremos reinvenciones, sólo queremos una nueva dosis de una música que es frágil pero que con cada escucha nos vuelve más fuertes. Como en la película "El día de la Marmota" (1993) de Harold Ramis, donde el personaje de un periodista interpretado por Bill Murray despierta cada mañana en el mismo día, el "día de la marmota" que se celebra cada año en un pueblo de Pennsylvania. Al principio ello lo enfurece, pero con el correr de los mismos días los hechos lo convierten en un mejor hombre. Nosotros, con las canciones de Hope Sandoval, sufrimos la misma hermosa condena.

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