miércoles, 24 de junio de 2009

En el Café de la Juventud Perdida

Debo reconocer que las novelas me cautivan fácilmente por sus títulos. Me pasó con "Ahora es el Momento" (Tom Spanbauer), "Kafka en la Orilla" (Haruki Murakami) y recientemente con "En el Café de la Juventud Perdida". Escrita por Patrick Modiano, autor de otras novelas como "Un pedigrí" y "La Calle de las Tiendas Oscuras" - recién llegada a Chile y ganadora del premio Goncourt -, esta fascinante obra es reconocida como la mejor novela francesa de 2007.

La historia es narrada a través de cuatro personajes que nos cuentan su visión de los hechos cuyo epicentro es Le Condé, un café del París de los años sesenta. Refugio de poetas e intelectuales perdidos, en medio de la bohemia surge una joven mujer que hipnotiza a los parroquianos, a la cual bautizan como Louki.

El estudiante y los puntos fijos. El personaje que inicia el relato es el guardián del mayor tesoro de Le Condé, una libreta heredada en cuyos apuntes se detallan todos los nombres de los clientes - los puntos fijos - del café por más de tres años, donde el nombre de Louki resalta por sobre todos los demás. "Louki con el moreno de chaqueta de ante". ¿Acaso existió algún parroquiano para el cual Louki pasara desapercibida?. ¿Pero quien era ese desconocido?. Comienza el misterio.

El detective y su conciencia. Usuario de la libreta de apuntes - haciéndose pasar por editor de libros de arte - consigue en ella las pistas necesarias para encontrar a la enigmática Louki y de paso, al moreno de chaqueta de ante. Siendo un encargo por parte del esposo abandonado, decide apostar por la liberación de la chica - ¿o acaso su verdadera felicidad?. "Ahora mismo, ella también caminaba por algún lugar de esta ciudad. O estaba sentada en un mesa, en Le Condé. Pero no tenía nada que temer".

Louki y la grisura de la vida. Precoz aventurera de las primeras cuestas, disfruta vagar en las noches por las calles de París. Eterna exploradora de la magia de la bohemia parisina, recorre los cafés en busca de personajes que le ayuden a escapar de la grisura de la vida. En medio de esa búsqueda, alguien le ofrece un poco de nieve. Otro se convierte en su guía espiritual en medio de sesiones de grupo. "No era de verdad yo misma más que mientras escapaba".

Roland y el eterno retorno. Convencido de ser el salvador de Louki, el moreno de chaqueta de ante se convierte en su fiel compañero de viaje. Por L'Odeon, Les Cygnes, Montparnasse o L'etoile y huyendo siempre de los fantasmas de la orilla izquierda pero nunca abandonando las zonas neutras - "no son sino un punto de partida, y antes o después, nos vamos de ellas" -. El hotel Argentine convertido en el lugar donde logra liberar a Louki. "Todo va a volver a empezar, igual que era antes. Los mismos dias, las mismas noches, los mismos lugares, los mismos encuentros. El eterno Retorno." Lo que Roland no sabía era que finalmente a Louki la devoraría la grisura de la vida.

Hubiese sido interesante conocer la versión de otros personajes de la novela como la del guía o gurú intelectual o la del esposo abandonado, pero Modiano se da el lujo de retratar en pocas páginas un mundo donde distintos personajes - sin necesidad de desarrollarlos, excepto a Luoki- pululan, como satélites, alrededor de un lugar conocido como el Café de la Juventud Perdida.

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