sábado, 6 de diciembre de 2008

I was a Stranger

A mediados de los '90, después de la partida de Kurt Cobain y el descenso de la escena Grunge, el rock norteamericano tomó diferentes caminos: la escena post-rock con sede en Chicago, el ska-neo punk y el electro hardcore de Los Angeles y el neo-country & folk de la América más profunda, como Texas. Esta última escena, influenciada por trovadores como Bod Dylan, Leonard Coen y Nick Drake fue el germen de bandas y cantautores que hasta hoy siguen produciendo extraordinaros discos. Fué así que en el '98, en la revista española Rock De Lux, leí la critica del album Red Apple Falls (1997) de una banda llamada Smog, en donde se concluía "..es el LP más dolorido, hermoso, sencillo, expresivo y sabio que nadie podrá escuchar en mucho tiempo, un tratado sobre los fantasmas que a todos nos persiguen, sobre la muerte y el amor, el rostro de la verdad". Leer tamaña descripción de un álbum no hizo otra cosa que desear tener en mis manos aquella obra y encerrarme a escucharla, pero como en tantos otros casos fue imposible encontrarlo. Al tiempo, me llegó a través de la misma revista, un compilado del sello Domino que incluía el tema "I Was a Stranger". Escuchar ese tremenda canción americana fue un flechazo a mis sentidos, aquella guitarra acompañada de aires western y letras como "¿Porqué te creíste todo lo que dije, como pudiste confiar en la palabra de un extraño?" se transformó en una experiencia única.

Bill Callahan, el hombre detrás de Smog, es un genio prolífico que a razón de practicamente un disco por año (partiendo en 1990), a producido otras obras tan notables como Wild Love , The Doctor Came At Dawn, Knock Knock y Dongs of Devotion, todas marcadas por su inconfundible sello minimalista, su voz y guitarra. En el 2007, Callahan edita su primer disco sin el alter ego de Smog, llamado Woke on a Whaleheart. En una entrevista para la revista Los Inrockuptibles, Callahan dice "...decidí deshacerme de Smog para ver qué pasaba...hoy veo esa época como un ritual de iniciación... como un camino de aprendizaje hacia la adultez”.

Algo impensable ocurriría en septiembre de este año: la visita del mismísimo Bill Callahan a nuestro país. Sabiendo que en Chile los fans de Callahan son escasos, pero como el recinto del concierto - el Cine Arte Normandie -, me pareció extremadamente más chico que la cantidad de fans que esperaba llegarían al concierto, me fui ese día con algunas horas de anticipación, pero para mi sorpresa fui el primero en llegar. Entonces, como todavía no abrían, me fuí a dar una vuelta y aproveché tomar un café. Al volver ya había una fila pequeña, con lo cual logré quedar sentado en segunda fila. Antes que Bill, como telonero salió el cantautor Fernando Milagros, quien me pareció una especie de versión chilena de Devendra Banhart. Cuando al fin salió el cowboy, me sorprendió su humildad en el escenario, lo que contrastaba con su intensa interpretación vocal y virtuosismo en la guitarra. En vivo, Callahan es un alma que suda canciones emocionantes, que logra susurrarnos al oído sus hermosas historias de amor y traición, como "Blood Red Bird".



Esa noche, todos queríamos escuchar "I Was a Stranger", algunos gitaban "Bill: i was a stranger, Bill!" pero ello no ocurrió, Callahan repasó temas de gran parte de su discografía, pasando entre otros, por Red Apple Fall, Knock Knock, Supper y A River
Ain't Too Much to Love, lo que por supuesto fue una demostración del tremendo talento de este cantautor de la América profunda.

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