domingo, 6 de junio de 2010

Bill Callahan: el hombre y la pasión americana


Me costó digerir el último álbum de Bill Callahan. Creo que se debe a que un disco tan íntimo como éste y de la misma forma como podría pasar por ejemplo con Lou Reed, son discos de transito lento, que en primera escucha nunca irradian su grandeza. Sometimes I Wish We Were An Eagle (2009) es una obra envuelta en una poesía que se deriva de una tradición literaria donde Callahan se inspiró principalmente en el clásico "Mientras Agonizo" de William Faulkner.

El disco comienza con el austero y emotivo "Jim Cain", donde Callahan se encarna en el escritor James M. Cain para decir "solía ser oscuro y me volví luminoso, y ahora soy oscuro otra vez" seguido de un rítmico y ansioso piano cuasi honky tonk de "Eid Ma Clack Shaw" donde canta “el amor es el rey de las bestias, y cuando tiene hambre debe matar para comer”. El tercer corte del disco "The Wind And The Dove" confunde con sus aires orientales y "Rococo Zephyr" y más aún en la emocionante "Too Many Birds" retorna en pleno a las tranquilas y transparentes aguas de su etapa como Smog.

A la mitad del álbum aparece "My Friend", la más grandiosa de las piezas del disco y luego en la épica "All Thoughts are Prey To Some Beast" Callahan rompe la tranquilidad del repertorio con una intensa guitarra y una percusión retumbante. Mas adelante, los efectos en la instrumental "Invocation Of Ratiocination" logran su cometido y nos transportan a una sesión de espiritismo en el viejo New Orleans y finalmente con la fascinante "Faith/Void", el cowboy radicado en Austin repite a lo largo de la canción "es hora de guardar a Dios" confesándose agnóstico al agregar "es el final de la fe / no debo esforzarme más en encontrar paz en una mentira...".

Sin duda, con Sometimes I Wish We Were An Eagle Bill Callahan a recuperado la calma después del experimento de su anterior Woke On A Whaleheart (2007). Arreglos de vientos y cuerdas, letras melancólicas, influencias literarias y momentos luminosos, todo eso hay en este último viaje al sur de las canciones de Bill Callahan: el hombre y la pasión americana.


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