jueves, 13 de enero de 2011

El día que llegó Orsai


Hoy llegó el primer número de Orsai a mis manos y al igual que otros diez mil ochenta amantes del papel y la lectura sentí lo mismo que Hernán Casciari describe en su primera página: ese olor que ahora no dice nada pero que un día me va hacer recordar la emoción al descubrir su contenido. Una revista que compré en verde hace más de dos meses, de la cual me enteré por un articulo que apareció en el diario El Pais - del cual soy subscriptor entre otras cosas por el suplemento Babelia que espero todos los sábados y por las crónicas diarias de su sección Vida y Artes - y que como muchos encargué a un desconocido con un costo de menos de diez periódicos del sábado.

¿Que hay en Orsai que es capaz de seducir a miles de lectores?. En Orsai hay romanticismo, intimidad y también placer. Sentimientos que en plena era digital son cada vez más difíciles de encontrar ante la explosión del pdf y de aparatos como el Kindle. Soy un melómano y sigo luchando contra el mp3 y el papel digital porque hojear un libro o una revista produce en mí lo mismo que desempolvar viejos discos de los '80. Abrir por primera vez Orsai me recordó los momentos cuando en una tienda de descuentos me encontré con algunos casettes de rock británico que estuvieron sellados por más de veinte años y que nadie antes que yo descubrió.

Sólo con el instante - ese segundo - en que uno descubre sus páginas el precio esta mil veces pagado porque hay una magia allí que cada vez es mas díficil de encontrar . Esta revista de poco más de medio kilo que parece un libro y que después que lea guardaré en un algún lugar de mi biblioteca probablemente pasará allí años sin que la vuelva a hojear. Pero eso no importa. Lo que importa es que alguien o mis hijos que aún no existen un día la abran y sientan lo mismo que sentí yo el día en que llegó Orsai. Podría estar feliz como un geek al recibir un kindle, ipad o un kinect, pero soy un romántico y estoy feliz con esta revista de 200 hojas de papel.