jueves, 18 de diciembre de 2008

El silencio de Bergman

En la historia del cine son pocos los directores que merecen ser reconocidos como maestros. No estoy hablando de magos en efectos especiales (Spielberg no se merece el título), ni de los genios de superproducciones (James Cameron con Titanic por ejemplo), estoy hablando de una forma de hacer cine a través películas que nos muestran la vida con personajes cotidianos - como todos nosotros - con sueños, alegrías, miedos y fracasos: el rostro humano.

Ingmar Bergman, el más grande realizador sueco de todos los tiempos, logró como ningún otro elevar el cine a la misma categoría intelectual que gozaba el teatro o la literatura. Lo que en realidad Bergman hacía no era cine, era arte. El arte de plasmar en imágenes el misterio de la vida y la muerte, la incertidumbre del día a día, los miedos que nos acechan cada vez que abrimos los ojos (Bergman decía "cuando era joven tenía mucho miedo a morir") . Sus protagonistas están llenos de preguntas que conducen a la búsqueda de la infinita verdad como en la llamada trilogía sobre el "silencio de dios" - compuesta por las películas Como en un Espejo , El Silencio(1963) y Los Comulgantes -, pero que a veces también se encuentran con el mal - La hora del Lobo(1968), El Septimo Sello (1957) (la mítica imagen de la muerte jugando ajedrez con un cruzado (Max Von Sydow) es tan memorable como la de una pasajera de motel (Janet Leigh) acuchillada en la ducha).

A veces los personajes de Bergman toman un viaje en búsqueda de su propia verdad, de su propia existencia, como en el caso de Fresas Salvajes (1957), relato de un anciano - en una especie de road movie protagonizaba por el también director sueco Victor Sjostrom - que emprende un viaje que sin saberlo se convierte en el viaje de su propia vida. A propósito, en una entrevista Bergman dijo "Por supuesto que soy autobiográfico. Lo soy en la manera en que un sueño transforma la experiencia y las emociones todo el tiempo". A través de Persona (1966) - uno de sus más oscuros films - Bergman sigue atrapando los sentimientos más profundos del ser humano a través de la historia de dos hermanas. Otra de sus películas, extraordinariamente lograda es Gritos y Susurros (1972) en la cual los objetos presentes durante la historia se tiñen de rojo, tal como Bergman parece imaginar el alma humana. El 1983, después de rodar Fanny y Alexander (1982), anuncia su retiro del cine para escribir y dirigir teatro desde su residencia en la Isla de Faro - misma isla donde rodó Como en un Espejo - la cual se convertiría en su refugio. Casado 5 veces, una de sus esposas fue su actriz fetiche, Liv Ullman, y en 1995 moriría Ingrid von Rosen, la última de sus compañeras.


Tildado muchas veces de pesimista, Bergamn se defendía " una tarea es que la gente se ría y sea feliz. Pero otra es mostrarle lo insoportable y aterrador de una manera en que lo pueda soportar y aprender de ello". El trasfondo filosófico y metafórico de sus películas no se vería nunca más en el cine. A fines de julio del 2007, Bergman fallecía - a días de diferencia de otro grande como Michelangelo Antonioni - a la edad de 89 años. Ahora está allá arriba y seguramente encontró la respuesta - en silencio - a todas las preguntas que motivaron su extraordinaria obra. Maestro.

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