domingo, 2 de mayo de 2010

Tarantino, el hijo bastardo del cine.

La escena es como sigue: un oficial nazi llega a la casa de una familia campesina en algún lugar de Francia en busca de una familia judía. Lo hacen pasar y amablemente le sirven un vaso de leche y entonces sospecho de que algo pasará - esto es Tarantino - así que la leche nada bueno puede tener. Para mi sorpresa - la leche no tiene nada más que eso - el dialogo entre el oficial y el dueño de casa continúa y pienso que la cacería es sólo cuestión de minutos. El momento finalmente llega, pero una niña sobrevive.

Tarantino - como Jon Spencer lo hace con el rock - desmenuza el cine, lo mastica y lo chorrea a las masas. A diferencia de otros films notables, en "Bastardos si Gloria" es la forma - como ocurre en la flamante "Sin City" o en "Pulp Fiction" del propio Tarantino - y no el fondo lo que nos seduce. Aquí no hay códigos ni dogmas que seguir, sólo la intuición y el apetito del cine por el cine. Así las escenas siguen sus propios instintos y el guión es solo el espíritu. Protagonizada por Brad Pitt, Christoph Waltz, Melanie Laurent y Diane Kruger, la película está inspirada en un film del italiano Enzo G. Castellari llamada "Quel maledetto treno blindato" de 1978.


El estilo sucio que domina el film va construyendo, o mejor dicho destruyendo, una historia que Tarantino hace suya y que tal como el crítico Hector Soto dice "se da el lujo de festinar su miseria y la descomposición del entorno". Las ideas preconcebidas de un hecho que todos conocemos se tuercen y se vuelven autodestructivas. Antes de ver "Bastardos Sin Gloria" era inimaginable - al menos para mí - ver cómo un grupo de soldados y judíos masacraban y hacían volar a toda la cúpula nazi incluyendo a Hitler.

Aquí no hay clasisismos, sólo imaginación, acción y traición. Las reglas del juego son un juego. Las imágenes no necesitan justificación alguna, sólo ocurren y rompen la pantalla. Al final , solo se hecha de menos una electrizante banda sonora de esas que Tarantino nos tiene mal acostumbrados. Pero no importa, porque este hijo bastardo del cine está loco y nosotros estamos felices por ello.



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