viernes, 7 de agosto de 2009

En el camino de Kerouac


Comencé a leer novelas en mis últimos años de universidad, por allá en el 2000. Antes, leer cualquier libro - siempre por temas académicos - me parecía aburrido y sentía que el acto de la lectura estaba reservado sólo para viejos. Mi apetito por los libros fue resultado de un proceso que se gatilló más o menos como sigue. Ocurrió que la potente "Born to Be Wild" del grupo Steppenwolf, me llevó a ver la película "Easy Rider" (1969) de la cual formaba parte en su banda sonora. Dirigida por Dennis Hopper y protagonizada por él mismo, Peter Fonda, y Jack Nicholson - la leyenda dice que Nicholson era en realidad uno de los productores pero la suerte hizo que debutara como actor -, esta road movie tenía como fuente de inspiración la novela "En el Camino" (1957) de Jack Kerouac. El salto a su lectura fue inmediato. En un par de semanas, me había devorado una novela al ritmo del jazz que me mostró un mundo insospechado. La literatura se había transformado para mí en un mundo fascinante.

Ahora, a casi diez años volví a leerla, pero esta vez en la versión original titulada "En la Carretera. El rollo mecanografiado original". Esta versión mas larga, es la fiel transcripción del texto original que Kerouac escribió a lo largo de tres semanas en 1951. Los nombres de los personajes aquí se descubren con sus nombres reales: Sal Paradise es el mismo Jack Kerouac, Dean Moriarty es Neal Cassady, Carlo Marx es Allen Ginsberg y Bull Lee es William Burroughs. La generación beat en pleno. Los cuatro jinetes de la contracultura. Los hijos de la carretera norteamericana del jazz.

El viaje que Kerouac y compañía emprenden una y otra vez por la América de principios de los '50 y que esta novela retrata a la perfección, es la búsqueda de la identidad de una generación que desea escapar del vacío de la posguerra. Sienten que la vida está allá afuera y que hay que salir a buscarla. Así, la carretera se transforma en la vía de escape de sus emociones, deseos o angustias, que depositan en cada ciudad que visitan o que prometen a cada mujer que conquistan. Cada lugar, cada aventura, contiene algo de la magia que buscan. Los cuartos sucios se transforman en templos y los bares en sitios de peregrinación. El alcohol como catalizador, el jazz como espíritu y el sexo como la vacuna contra la soledad. Unos pocos centavos, algunos kilómetros y una nueva historia.

"De súbito tuve una visión de Neal: un ángel ardiente, trémulo y aterrado que palpitaba hacia mí a lo largo de la carretera, acercándose como una nube, a velocidad meteórica, persiguiéndome como el Desconocido Amortajado, cayendo sobre mí en la llanura. Vi su rostro enorme, su lunático y firme propósito y sus ojos fulgurantes. Vi sus alas. Vi su viejo carro de guerra destartalado, con las miles de llamas vivas que irradiaban de él. Vi el rastro quemado que dejaba en la carretera; incluso iba abriendo su propio camino a través del grano, a través de las ciudades, destruyendo puentes, secando ríos..."

"En el Camino" la gracia está siempre fuera del establishment. Kerouac y sus amigos son los chicos malos, los rebeldes sin causa. El mañana es incierto, pero eso no importa, porque la improvisación es su lema - como en el jazz - y todo lo que tenga que suceder, sucederá. Y así fue escrita, de forma espontánea, por un Kerouac que al ritmo del be bop, plasmó frenéticamente en un rollo de cientos de metros las experiencias que acumuló en sus viajes en búsqueda de la verdad. Esa verdad que se transformó en la biblia de toda una generación.

No hay comentarios: